lunes, 24 de enero de 2011

Eros y Thanatos

Los análogos duales de la integración/estructuración.

El primer año en el estudio de la doctrina Freudiana, me bastó para dar con una posible solución a las contrariedades que suscitó el dualismo pulsional (vida / muerte).

Errores

Considerando que el psicoanálisis es en definitiva una construcción marcadamente subjetiva, es una disciplina equívoca. A lo largo de los textos se puede percibir el apego (y rechazo) por ciertas formas culturales, quedando en claro que las conclusiones obtenidas hablan más de las creencias, concepciones, suposiciones y resignación del autor, cometiendo el básico error de naturalizar tales artificios.

Esta doctrina no podría entonces pretender explicar lo natural del hombre, o sea, lo que le corresponde por naturaleza. Desde el origen es imperfecta, autodeterminada por aquellas limitaciones personales. Y así es construida la compulsiva metodología, buscando certezas (materiales) sobre las cuales sostener una forzada coherencia… no tarda en degenerar o degradarse.

Freud olvida o subestima la diferencia esencial que el ser humano tiene con los minerales, plantas o animales, que es el Ser Conciente. Se equivoca al darle tanta importancia a lo Inconciente, restrictivo de lo Conciente emergente, reduciendo así al hombre a ser simplemente un animal evolucionado, que con palabras y símbolos reconstruye interiormente un universo fragmentado, de necesidades animales, y rincones oscuros propios del mundo externo y su dualidad.

De todas formas también están las luces de su obra (y vida), expresiones propiamente humanas... pero no solo las mociones positivas de esa búsqueda primordial de la Verdad, sino también el pensamiento freudiano mismo como síntoma de esa irrealización de la verdadera naturaleza humana (conciente), tal como lo entiendo.

Así, el potencial “luminoso” del hombre se ve opacado/velado por la fragmentación y densificación, consideradas naturales por olvidar el origen… hasta llegar a suponer que, esta particular capacidad, es un secreto indescifrable o un aspecto imposible de llevar a su máxima expresión, necesario para prácticamente exista el aparato psíquico. Pero más allá de estos matices y confusiones, hallazgos notables existieron siempre, y a pesar de que no hayan sido bien comprendidos, ni concluidos satisfactoriamente, deberían representar para nosotros hoy, como material heredado, la posibilidad de conciliar lo aparentemente inconciliable… reparar la contradicción y malentendido, cumplir con lo pendiente.

Una de las faltas a despejar es la que consiste en la naturalización de la cultura y sistema (como dogma artificial) en la diversidad de sociedades y consensos. Son sencillamente manifestaciones del potencial humano, pero no la realización y dignificación definitiva del mismo.

Así es que se da la confusión con respecto al significado del llamado dualismo pulsional. Así también se concluye prematuramente considerarlo como análogo de las pulsiones instintivas de todo ser viviente orgánico. Porque en definitiva, lo que la doctrina decreta casi absolutamente, es la incapacidad de controlar o trascender esas fuerzas inconcientes que representan, en la realidad efectiva para el ser humano, una símil base instintiva animal, a la que es condenado.

Definiciones

Eros y Thanatos. La primera una fuerza que liga, la otra que des-liga. Una que integra, fusiona, unifica. La otra que fragmenta, destruye, degrada.

El más difícil obstáculo para Freud llegó con el “descubrimiento” de la pulsión de muerte, expresada en la compulsión de repetición. Como no pudo resolver ni comprender esto, el giro que le dio a su doctrina fue regresivo, concluyendo, a grandes rasgos, que el fin del tratamiento es la “construcción”: es decir, ofrecerle al paciente solo más artificios (de los que antes se suponía tenía que des-hacerse), que viene a lugar de aquello que falta. Aquello irrecuperable de lo que no hay, supuestamente, representante inscripto… suplantarlo con una mentira consoladora, pretendiéndose así la cura y fin exitoso del tratamiento.

Esta pulsión de muerte fue caracterizada como un esfuerzo por regresar a un estado inerte, hacia lo no-viviente, lo inanimado. La pulsión de vida es, por el contrario, esencialmente el esfuerzo por la búsqueda de placer físico, que implica, a lo largo de las primeras fases de desarrollo, el establecimiento de los primeros “objetos de amor” más elevados e intensos, que luego quedan perdidos en lo inconciente irrecuperable con la entonces consecuente compulsión de regresar, y repetir esos primarios estados idílicos. Así Freud funda una doctrina de la psiquis circunscripta a la sexualidad (erotismo, sensualidad, erogeneidad).

Intro

Creo haber encontrado una posible solución a estos límites doctrinales, que conllevaría a que se desarticule el dogma mismo. Pero esto no quiere decir que todo deba ser tirado por la borda, sino que cambia la manera de articular las diversas nociones, ampliando la perspectiva y representando una cualitativamente superior forma de estructurarlas: efectiva, más vasta y realista, que disuelva las contradicciones y ponga las cosas en su lugar.

1. Establezco unas primeras analogías, que pueden ser algo apresuradas y burdas.

Eros como el Apego.

Thanatos como el Rechazo.

Eros, pulsión de vida (o de autoconservación), implica “amor”, o “ternura”… pero no el Amor omnipotente propio de un Ser Conciente. El estado de amor freudiano sería deseo de toda sensación voluptuosa / sensual, la pasión misma. O sea, un amor erótico, fundamentalmente físico, que luego es subrogado por aspiraciones amorosas más complejas y abstractas, de carácter simbólico, pero de semejante e indirecta efectividad material.

Thanatos, pulsión de muerte (o de destrucción), implica “odio”, o “agresión”… como fuerza contraria al “amor”, dándose así el conflicto del dualismo pulsional, como enunciado sintomático y cortocircuito psíquico.

2. Establezco entonces unas segundas analogías, buscando hacer énfasis en otra manera de entender estas fuerzas, aunque siendo algo fiel a la perspectiva psicoanalítica.

Pulsión de Amor, como fuerza integradora, de cohesión. Amor que en su máxima realización es la concreción de la unidad misma del Yo Soy. Quiere la unificación absoluta. [Según cómo entiendo el Amor, del que voy a hablar más adelante, no es apego sino todo lo contrario… para Freud esto último era evidentemente inconcebible.]

Thanatos como la manifestación de la necesidad de cambio, y de regresar a un estado inerte (es decir más estable, menos turbulento, o completamente estático y equilibrado), de relativa inexistencia.

Como Ser humano es inconcebible la nada, porque al existir tiene la capacidad de percibir el todo coherente. El terror a la nada es por no poder concebir el todo integrado y perfecto, dada las sombras del inconciente, es decir irrealización de integración Conciente, incumplimiento de la verdadera naturaleza humana.

Reorganizando

Acá es donde estoy intentando dar su lugar correcto a estas dos manifestaciones, que en las tierras freudianas dio tantos problemas.

La falta de la posibilidad de drenar libremente ese Amor fundamental, es decir la irrealización de la integración y plena Conciencia, es lo que genera Odio, o rechazo, por lo tanto Inconciencia… Desembocando necesariamente en fragmentación, y oscurecimiento de la propia naturaleza humana conciente, correspondiendo, y quedando sometido, así al dualismo y oscilación propios de la perecedera materia.

Thanatos y Eros “enemistados”: Thanatos “odia” la insuficiente realización de Eros, y busca destruir la aparente integración consumada. Eros en respuesta “se apasiona” aún más reintegrando los restos de la desestructuración.

Y de esto se desprende aquel amor imperfecto freudiano, equivalente al apego: ante el desamparo y malestar, se instituyen los “objetos de amor” como la máxima ambición. Que quede claro: objetos, físicos (y perecederos), que se interiorizan impresos como huellas mnémicas, símbolos… constituyéndose sólidas redes psíquicas de densa efectividad, concretas y sensoriales. “Sombras” de las estructuras del mundo exterior (y las personas que hay en él) que sobre el cuerpo tienen ese valor de certidumbre.

(Nótese otra vez la confusión de considerar la materia densa más segura, inerte, concreta, cuando en realidad está en constante transformación).

Convergencia

La sensación de placer físico es correspondiente a la disolución de tensión displacentera (lo que se rechaza o evita), o sea placer en la obtención de (relativa) estabilidad y paz, de momentánea ganancia, fugaz éxito, “lugar” seguro y certero. Pero, la materialidad de los objetivos de estas aspiraciones es justamente su límite y defecto. Ese “amor” está atado, simultáneamente, a fuentes de dolor y placer (en síntesis, atado a sensaciones físicas).

El ser humano, al identificarse con el cuerpo carnal y sus impresiones, otorga a lo denso el máximo poder y objetividad, y enmudece lo sutil. Para “graficar” esto de alguna manera, puedo ejemplificar lo que ocurre psíquicamente en la percepción de los sonidos: uno se acostumbra a escuchar el continuo ruido de la tensión eléctrica de una casa, un comercio u oficina, y por el contraste que generan sonidos diversos, particulares, más excitantes y fugaces, se lo da por sentado y no se percibe más (queda en un fondo indiferenciado).

Confiando más en las fuerzas duales exteriores, son aplicadas interiormente como si fuesen propias y naturales. Los primeros castigos, pérdidas y frustraciones, el dolor, el miedo y desamparo, dejan las primeras huellas psíquico/ físicas elementales que desde ahí en adelante retornarán una y otra vez, potenciándose, diversificándose, desarrollando ramificaciones y formas más o menos desfiguradas, si es que no son disueltas/ trascendidas.

Una desesperada reacción se constituye como un camino absolutamente certero, concreto y confiable. Su aparente efectividad, en ese relativo y casi inmaculado universo psíquico interno, genera un fuerte impacto por contraste, que se percibe como más real (y físico), frente a la propia vasta esencial sutileza… porque al ser indivisible y absoluta (su verdadero Yo, el primero y el último), queda enmudecida, asumida/ olvidada, e imperceptible, frente a la diversidad cromática y ruido de las sensaciones físicas.

Volviendo entonces a la cuestión del dualismo pulsional…

¿Por qué es que surge la pulsión de muerte?

Al ser satisfecha la pasión / Eros, se llega al punto máximo de realización placentera, para inmediatamente descubrir que la inquietud en lo profundo continua. Al ser consumadas las más altas aspiraciones (materiales/simbólicas), se repite el contraste originario frente a aquello no realizado (la íntima esencia indivisible) y se presenta un declinar de ese bienestar obtenido. Una suerte de desencanto, de desmitificación.

Se hace notoria la pulsión de muerte, que implica la necesidad de cambio. Se satisface en el movimiento, en la desestructuración de las viejas formas, que evoca rozamiento, excitación, percepción hetero-erógena. Muchas personas por esto es que constantemente buscan nuevas relaciones, aventuras, placeres, intereses… salir a lugares diferentes, hacer diversas cosas, sorprenderse… logran cierto éxito, pero solo por un tiempo, ya que siguen otorgando valor central a todas esas deseadas cosas externas y sensaciones voluptuosas, dejándose a si mismos en segundo lugar… así el que parecía un exitoso mecanismo liberador, termina solidificándose como limitación… por ser desentendida la meta primordial.

La pulsión de vida integradora busca cumplir las metas de los enaltecidos objetivos subsidiarios. En elevadas estructuraciones y convergencias de esas diversas realizaciones se da una unidad semejante a la originaria, la ideal cumbre placentera (por ejemplo)… cobrando así un matiz impactante. Pero así también es como se constituyó como un centro de gravedad (material, concreto y certero) que atrae sobre sí no solo lo deseado, sino también lo rechazado (o sea, lo desagradable, lo doloroso) que es necesario para mantener esa accesibilidad a las fuentes de placer sensorial (y sustituto de esa realización que se supone inalcanzable).

(Hilando más fino y para ser más exacto, y por si no quedó claro: lo rechazado también forma parte, prácticamente desde el origen, de la ecuación de aquel encumbramiento de lo ansiado. Lo rechazado y lo deseado, como premisas íntimamente relacionadas.)

Se puede decir que se corporiza, se objetualiza. Por lo tanto es una posibilidad real, necesariamente, que este objeto amado y poseído pueda perderse, destruirse o desaparecer. Y esto trae displacer, mientras se está sometido psíquicamente al dualismo de la materia. Surge miedo a que vuelva el desamparo y desvalimiento.

Los objetos placenteros se gastan, aumenta la notoriedad de lo insatisfactorio, lo que lleva a forzar aún más, en un círculo vicioso, el contraste entre estas dos manifestaciones, Eros y Thanatos, provenientes de la escindida primordial y natural “pulsión”.

Se puede decir también que al corporizarse, se vuelve un análogo de la absoluta existencia del verdadero Yo. Pero no puede estar a la altura ni dignificar la naturaleza humana tratándose de una certeza subjetiva (?), material y dual, y como tal, susceptible de caer por su propia oscilación, peso o densidad.

Resolución

Entonces me queda claro el por qué del dualismo pulsional, la función del sistema y armonía del mismo. Porque ya en este punto no puedo hablar tanto de que algo sea positivo o negativo… pero si de que hay un Todo en perfecta coherencia.

El fragmento contiene en su interior la función con respecto al Todo indivisible. Porque el principio creador es compartido por todo y todas las cosas conocidas (y las que no también).

La enfermedad en todas sus formas es la expresión de esa irrealización, es decir una señal de advertencia, un “sistema de seguridad” infalible. Como el hombre es un Ser de potencialidad Conciente, la irrealización de lo que le corresponde por su naturaleza, se explicita en la búsqueda artificial e inacabada de seguridad material/ simbólica.

Es evidente que el hombre no encuentra verdadera paz y libertad simplemente por cumplir con alguna aspiración de éxito en el mundo externo, o por hacer carne cualquier ideal encumbrado por los consensos sociales-culturales sometidos a reglas antinaturales y subjetivas. La compulsión, y su “eterno retorno”, es entonces la manifestación inconciente de esa necesidad, que irrumpe tarde o temprano, sintiéndose obviamente como displacentera, e incluso infernal.

La frágil y oscilante realidad subjetiva en sí misma está advirtiendo de la transgresión de leyes naturales. Y no porque la inquietud y el conflicto interno sean la naturaleza humana, sino porque son la prueba de la existencia de esa latente “esencia divina” que necesita fluir libremente.

El lugar de las pulsiones de vida y muerte

Vuelvo a las segundas analogías. En un estado ideal y absoluto, la pulsión de vida puede considerarse la representante de la tendencia hacia la integración, la unidad, la cohesión de un Amor puro e infinito, la Inteligencia; la pulsión de muerte sería el representante de la tendencia al cambio, al movimiento, a la re/ estructuración, acomodamiento (y des-estructuración si es necesario), la Sabiduría misma.

Inteligencia y Sabiduría, integración y estructuración, complementarios necesarios.

La Inteligencia como capacidad de entendimiento, cohesión. La Sabiduría como la capacidad de articulación de la experiencia, la diversidad concebida como una estructura coherente. Son dos aspectos inseparables de lo mismo, el Todo omnipotente, omnipresente, etc…

Pero en imperfección psíquica estas se presentan como fuerzas contradictorias y conflictivas, aparentemente inconciliables. La compulsión de repetición es la prueba de esos dos principios (Inteligencia y Sabiduría) desentendidos, intentando volver a re-encontrarse.

Así el Amor oscurecido, es transformado en pasión, apego… una compulsiva voracidad, un desear poseer más y cada vez más, para intentar colmar esa necesidad de unidad.

Y la Sabiduría oscurecida, es transfigurada en rechazo, aversión… intentos de desestructurar, descomponer, fragmentar, separar en partes, o también alejar, relegar, excluir.

Apego y rechazo se sostienen mutuamente, se retroalimentan. Los dos pueden ser entendidos como apego a la diversidad material, o también como rechazo a la unidad amorosa y libertad.

En el defecto también se vislumbra el potencial.

La Estructuración degenerada, desentendida de la Integración, se basa entonces en alejar y/o acercar a los Otros tratados como objetos (así como uno se artificializó y des-humanizó), para establecer límites palpables y seguros entre lo que uno busca ávidamente, y lo que uno rechaza ni quiere ser. Es tejer una trama en la cual uno ubicarse, algún rol social o lugar de pertenencia. Un “yo” sostenido por las materiales, secundarias y extrínsecas diferencias o similitudes que me separan o acerquen a un Otro.

En la Integración desviada, desentendida de la Estructuración, se pasan por alto las fragmentaciones producto del apego. Se “integran” así artificiales y subjetivas concepciones de la realidad, desentendidas entre sí (o sea des-integración). En cada situación (externa o interna) alguno de estos variados Yoes parciales puede ser tomado como el Yo objetivo natural y total, cayendo evidentemente en contradicción/ conflicto. La esencia se presenta fragmentada, opacada, y los Yoes en su incompletitud devienen equivalentes materiales, perecederos… aparentemente fuertes en algunas ocasiones, pero en otras completamente inútiles, lo que suele llevar a manifestar algún otro Yo reaccionario más “acorde”, que además niegue rotundamente al otro más débil. Obviamente todos resultan insuficientes, tarde o temprano.

Cabe destacar que este universo interno de contradictorias voces es a su vez la interiorización o analogía de la turbulenta y densa realidad social, cultural y material externa que no se termina de aceptar ni comprender… que la persona padeció hasta resignarse, cerrándosele el campo de visión, tomando como opción segura el entregarse al eterno e inacabado juego de luces de colores y sombras… validando, sea pasiva o activamente, el “mal” e irrealización: primero en si mismo, y luego como proyección sobre ese mundo y los demás en un intento por desembarazarse de las cargas... tal como la gran mayoría a lo largo de la historia hizo, hace, y seguirá haciendo, mientras no se vean a si mismos.

Si estoy vivo, es porque esa pulsión de vida me sostiene integrado, cohesionando todo lo que me compone como individuo, como ser hecho carne. Necesariamente, tengo una cuota de pulsión de muerte, que implica capacidad de cambio, recambio, movimiento, acomodamiento y estructuración de todas las partes que me hacen una unidad.

Los dos aspectos de lo mismo. Ahora bien, esto me viene dado por defecto como ser vivo orgánico, pero con el plus de tener la particular capacidad de ser Conciente, y por lo tanto, no solo tener conciencia de estas dos manifiestas fuerzas o pulsiones, sino también de la existencia del Otro como semejante.

Espejado uno mismo, es posible el devenir y desarrollo de toda estructura psíquica, y todo consenso, forma cultural o acuerdo entre seres humanos.

Naturaleza Humana

El ser humano nace desvalido, alejado del instinto que conocemos de los animales. Así, depende de un semejante, que lo cuide críe y eduque. Puede parecer una desventaja evolutiva, pero es en realidad la prueba de variados hechos:

- Que la capacidad Conciente es la que viene a ocupar el lugar de la falta del instinto inconciente. Es decir, el ser humano se tiene que valer de su capacidad Conciente para sobrevivir/ vivir. Prácticamente no tiene instinto inconciente en el cual confiar, salvo en lo que en su lugar le fue dado por naturaleza.

- Que la necesidad revela una vez más la posibilidad: la relación radicalmente más íntima y profunda que se da entre dos seres humanos es la prueba de la particular capacidad de relacionarse que estos seres tienen consigo mismos, que es a su vez por lo cual pueden observar el mundo externo, escudriñarlo, comprenderlo, interiorizarlo… y re/ construir así todo un universo interno de ilimitadas posibilidades creativas, que luego comparte con Otro.

- Que esta íntima relación que se da entre dos seres humanos, es solo posible por la capacidad de verse a si mismos, y poder percibir en ese Otro al Semejante (a un igual en esencia). Y así como uno se debe amar a si mismo y realizarse, uno debe comprender que esos Otros necesitan exactamente lo mismo.

- Que es un hecho la posibilidad y capacidad de comunicarnos a través de signos más o menos abstractos, artificiales o arbitrarios, que en sí no son “naturales” y que, más que una paradoja, expresa en verdad la “semejanza con el Creador”.

- Que no somos como los animales de predominantes instintos, sometidos a limitaciones biológicas, determinados por necesarias pulsiones… sino que como seres Concientes es esta la naturaleza a realizar y no la Inconciente. Ya que solo un ser que no puede realizar lo que le es propio puede degenerar tanto. Es decir, que hace mal, explota recursos ambientales, explota a todos los animales que puede, abusa incluso de otros seres humanos, contamina de diversas formas, e incluso se daña a si mismo. Desde cierta perspectiva parece comportarse como una enfermedad, un parásito. Pero, la naturaleza y su creador no pueden haberse equivocado tanto, sino todo lo contrario. Un ser con la capacidad de ser conciente no debería tener semblante nefasto y fallido… pero solo es porque homologa su naturaleza a lo inconciente, oscuro, instintivo y material... fallando así una y otra vez al buscar su identidad como especie en todo lo externo, cuando es en realidad el estar frente a si mismo la primer y última verdad, la más obvia y evidente.

- Que la herencia para el hombre es mental.

viernes, 7 de enero de 2011

Manifestaciones Culturales

El primer y último recurso

El llegar a un desarrollo e interrelaciones culturales tan dinamizados/ acelerados se hace posible el emerger de una respuesta alternativa frente a esa diversidad de voces fragmentarias del mundo. Por fenómenos de masa crítica y saturación, no queda en la vieja cultura de hoy, tal como es y se sostiene, espacio certero donde estar… Eso genera una nueva expresión de la necesidad, y por esto es la tendencia creciente desde hace varios años el integrar, unificar, fusionar/componer para generar una nueva voz, que se pretenda más sincera, para trascender esa incertidumbre.

Este mismo recurso a su vez es posible que se sature, tal como sucede, por devenir una rígida fórmula para escapar de lo desconocido e incontrolable. La aparente plasticidad solo es con respecto a las viejas formas.

Dicho de otra manera: la cultura emergente hoy resulta una re-formulación, un reestructurar los elementos materiales/simbólicos de la antecedente cultura que resulta insuficiente y gastada, llevándolos a un nivel de dinamismo relativamente superior. La nueva cultura emergente es por excelencia autorreferencial para sincerarse en el uso de los artificios, y por esto mismo es que se tiene mayor libertad de reconstruir y valerse de los antiguos fragmentos de desvalorizadas formas, resignificándolos, borrando sus límites, incrementándolos en unidad. Sin embargo, los resultados suelen ser todavía insuficientes e inacabados en un sentido vasto y profundo. Pero es parte del proceso hacia.


Cultura

Cuando digo cultura me refiero, no solo a todo el sistema cultural consensuado de una sociedad… y no solo a las subculturas… sino también los universos culturales individuales, que guardan estrecha relación con los primeros, directa o indirectamente.

Con cultura quiero referirme también a toda forma de expresión de esta: ciencias, institución familiar, filosofía, artes, economía, política, religión, diversos etc.


Incremento del dinamismo

Ese dinamismo se manifiesta en esferas culturales de concepciones globales, dados los fenómenos demográficos y comunicacionales conocidos, por eso de tendencias multiculturales, que equivalen a la disolución de las aparentes diferencias que se buscaba trascender. Las esferas culturales más "tradicionales" siguen subsistiendo en la medida que se mantienen más o menos al margen de aquella nueva concepción, y sin embargo pueden ser influenciadas por caminos indirectos e inconcientes. Pero no es importante si es una u otra la forma, sino lo que significa la situación.

Sea cual sea el dinamismo, relativo al contexto y circunstancia, siempre es la expresión de la búsqueda fundamental del ser humano. Por eso también entiendo cualquier rechazo o apego a formas culturales como la necesidad de aferrarse a sustitutos materiales/simbólicos frente a la irrealización y desconocimiento de lo sutil y esencial del Ser, lo que está más allá de lo subjetivo, la intimidad objetiva.


Devenir cultural

Puede servir, como ejemplo, cualquiera de las desfiguraciones o diversificaciones de los textos sagrados.

La gran mayoría de las instituciones religiosas son tales por las añadiduras materiales/simbólicas que hicieron sobre las Escrituras que ostentan guardar. En un principio, el Conocimiento profundo fue expresado exteriormente mediante las formas culturales correspondientes al espacio, tiempo, contexto en el que emergió. Época, lugar. Un lenguaje acorde a la situación. En la medida que se desentiende el significado profundo de estas particulares producciones, el ser humano confundido se apega a esas apariencias externas y materiales, que en un principio fueron necesarias para su transmisión. Esto por sí solo genera Religión: la necesidad de fundar un sólido templo, instituciones, consensos sociales como pilares de certeza. Y se diversifica materialmente.

Las formas fragmentarias o externas de los textos malentendidos sirven a los hombres ignorantes de todos los tiempos como sustitutos materiales a repetir y reflejar culturalmente, y por lo tanto incurriendo en un empobrecer de la luz original. Desentendimiento, producto de asumir como propia la irrealización e imposibilidad de alcanzar la Paz y Amor verdadero, la sumisión al poder exterior de lo material y denso, en apariencia más certero y concreto. Alguna cultura, adoptada como sustituto artificial, es naturalizada a fuerza de Inconciente. Una perspectiva subjetiva tal que no haga justicia a la naturaleza Conciente correspondiente al ser humano, sigue atada a leyes materiales, duales… y no tarda en mostrar su naturaleza imperfecta y perecedera.

Así surgen todas las imágenes, doctrinas, disciplinas, rituales y ceremoniales, subrogados de la verdadera realización. Así también, dada su materialidad, pierden brillo, se fragmentan y dividen en diferentes ramas. Otra forma de Babilonización.

Lo que en realidad corresponde a todo Ser humano es su naturaleza Conciente, por eso es “hecho a imagen y semejanza de Dios”.


Aspiración fundamental entre los consensos del mundo

El cada vez más evidente fracaso sobre el control sobre lo material y simbólico, pone claramente en duda las viejas formas de conducirse, por sus resultados desesperanzadores y degenerativos. Es por esto que la nueva concepción global emergente tiende a unificar e igualar, en un sentido más profundo, las diversidades culturales entre sí. Exige reintegración. Es notorio en todo nivel: político, económico, social, artístico.

Asimismo, a diferencia del viejo paradigma de la acumulación, la nueva perspectiva insta a compartir. La globalización misma como ideal es una representación de esta tendencia.

La búsqueda primordial es la de integrar, conciliar todas las partes desentendidas, comunicarlas… semejante a la búsqueda por Ser Conciente y Libre. Integrar las partes equivale a reconocerlas como lo que son, tener el control, y hacer libre uso de ellas. Por eso, esta predisposición, tiene dos aspectos. Uno positivo, que es esta tendencia intrínseca del ser humano hacia el auto perfeccionamiento y superación, la chispa inicial, sincera… y otro, el apecto negativo, que es el fracaso de la búsqueda y surgimiento de compulsiones degenerativas dado el “defecto original”. Se vuelve a cometer los mismos errores basales que se pretendía superar.

Estos dos aspectos pueden presentarse simultáneamente... pero dado así, la tendencia positiva primaria no se puede realizar, por el aferrarse a una fórmula, que en definitiva es de realización externa. Es decir, la chispa de lo Conciente está, pero no la realización plena de tal. El fracaso interior de ese logro da por respuesta una vana búsqueda externa, material y simbólica, que por cierto tiempo puede parecer suficiente, pero no tarda en degradarse, por haberse solidificado y ser más des-integradora que conciliadora.


Tendencias

Formar una unidad para lograr un control más integral es la consigna. Empresas multinacionales, tratados económicos internacionales, formas de control globalizado sobre lo material/simbólico, concentraciones... El aspecto denso de la expresa búsqueda por el ampliar de la conciencia, e integración amorosa y pacífica…. porque Conciencia implica tener conocimiento, y entendimiento, por eso control sobre las partes del propio universo subjetivo, y no contradicción.

La tendencia que fundamentalmente es esa búsqueda interna, degenera al no alcanzarse, proyectándola exteriormente sobre las cosas materiales/simbólicas, re-produciéndose los vicios y enfermedades del viejo sistema que se pretendía superar.

El problema surge cuando se olvida la aspiración del bienestar del hombre, por sobre estimar la conservación de esas fórmulas que pretendían elevado objetivo. Reaparecen los peros, las excepciones. Y la injusticia no fue erradicada.

La insuficiencia del sistema resulta peligrosa, por la incertidumbre que conlleva. Entonces surge la compulsión de aferrarse a rígidas recetas, cegándose, negando los defectos o justificándolos, exacerbando las bondades, apoyándose en rituales y ceremoniales que tengan impacto y efectividad material... solo por estar representando comparativamente la solución extrínseca a las viejas recetas obsoletas, y demonizadas.

Así es que eventualmente los sistemas de los hombres del mundo están destinados a colapsar, porque estando bajo el orden natural del Todo, y mientras no se dignifique la naturaleza Conciente, lo que en sus producciones sea falso o equívoco está destinado a perecer.

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Es cuestión entonces de discernir entre lo que es la “herramienta cultural”, y el objetivo pretendido de esta, que es la búsqueda universal del Ser humano… Por eso es importante ver y entender lo que comparten todas las diversidades, comprender que el Ser humano es el punto de encuentro entre los aparentes inconciliables. Conciliar los opuestos, para disolverlos.

Hace falta no sobreestimar los actuales exteriorizaciones de cambios sociales y caídas de paradigmas, ni creer que algo va a mejorar por el hecho de que simplemente esto ocurra. Lo Conciente e Inconciente siempre fueron los mismos sea hoy o hace cientos de años. Que siglos de Sistema parezcan derrumbarse solo habla de la saturación de una forma de sostener el mismo. Que no equivale a que las nuevas formas sean la salvación, sino solo la expresión de esa Búsqueda o necesidad de cambio.

La verdadera respuesta tiene que ser conciliadora, que no caiga en idolatría o demonizaciones. La respuesta está en el entendimiento del pasado (y sobre todo del presente, que es el punto de convergencia y lugar de acción)… y definitivamente no en la destrucción reaccionaria de todo lo heredado. Donde no se comprendieron los aspectos duales de una misma manifestación, solo se cae en la misma dualidad.