De
vez en cuando me encuentro como “por sorpresa”, usando compulsivamente algo que
aprendí, alguna forma emocional, modo expresivo o estilo de razonamiento. Junto
a esta compulsión, percibo creciente densidad y tensión, lejos de sentirla como
realización conciente alguna. Ya no se da “por naturaleza” la satisfacción como
la que en algún momento de intenso vislumbre obtuve. Sucede incluso antes de percatarme estar pretendiendo una cosa y viviendo otra muy diferente… Es
un sistema de leyes auto-impuestas para tratar de invocar algún idealizado espíritu de
realización. Es el típico vicio de perderse intentando reproducir la fórmula,
el rito o momento de éxito pasado... cuando la verdadera ley es que todo lo material se degrada y cambia constantemente. Por apego al efecto y sensación, la fórmula se vuelve un fin vano. Y la búsqueda queda desvirtuada.
Es
el típico oscilar de la bipolaridad. Puedo esforzar un estado mental culturado,
trabajado. De repente, me veo apelando a la razón para articular lo vislumbrado
con todo lo viejo que aún conservo. Practico rituales de toda clase, separados
de los momentos "paganos". Me fragmento en ámbitos, contextos. En el mundo social, el
mundo familiar, el mundo de las fantasías. Y entre estos, una especie de
foraneidad. Conservo aquellas experiencias pasadas que convierto en
conocimientos para poder seguir manteniendo cierto estilo de vida, o
supervivencia. Lo que sea inconveniente para la estructura es ocultado, disfrazado, desfigurado. Sospecho una falta de perdón
a mi mismo. Así como no perdono mis errores pasado, no perdono los que hoy sigo
sosteniendo por no querer sincerarme conmigo mismo. Me comprometí con políticas
corruptas, para escapar. Pero me endeudé. En definitiva, es una guerra conmigo
mismo. Y por esto es que no puedo esperar de los demás lo que no tengo para mí.
Es cuando resulta útil que ese yo víctima/victimario, complote
consigo mismo, rechazando y/o atacando al otro tras un escudo de soberbia y
frialdad selectiva, para proteger la estructura, sistema de creencias
instituido o ilusión que con tanto sacrificio logré forjar (culto al dolor,
debilidad, dependencia y fragmentación). Confundo quién es el otro realmente, y
no lo perdono, endeudándome aún más.