sábado, 21 de enero de 2012

Revoluciones

Revolución tras revolución.
Revoluciones sociales, populares, tecnológicas y científicas.
Revoluciones ideológicas, políticas, culturales, bla.
Revolución de la subjetividad (?).


Todo lo que se esperaba lograr, con esa promesa de gloria en el horizonte, quedó apenas en las ansias (y ansiedad)… apenas en una exacerbada y frenética fantasía dentro de las cabecitas… y cuando es evidentemente inalcanzable, queda paradójicamente la condición “revolucionaria” de conservar lo inconcluso como motivación y objetivo de vida (?).
Alguien contra qué o quién pelear.
Alguien a quién golpear para hacer “justicia”, algún lugar seguro y "legal" donde esconderse.
Seguir reproduciendo la relación víctima victimario (por más insignificante o inofensiva que parezca).

Solo queda (la) guerra eterna, en contradicción con la pretensión de un montón de cosas bellas y elevadas.
Un “si, pero no” inconsistente. Lo “mejor” entre un montón de opciones igual de mediocres. Y lo “mejor” solo “es” mientras es validado/justificado por la situación, contexto, y consenso social, o porque lo dice alguna consensuada autoridad. O sea, enaltecida la dependencia, sumisión y falta de libertad. Uno mismo es secundario.

En pocas palabras… Me estoy aburriendo bastante de la masturbación mental institucionalizada como “modo de vida”, sea en la forma que se pinte.
No se puede esperar revolución alguna.

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